Diagnóstico hematológico: Seguir el flujo


(1 de agosto de 2013) - Los diagnósticos de trastornos hematopatológicos han estado cosechando los beneficios de las metodologías de citometría de flujo mejoradas, aunque aún se sigue trabajando en la estandarización de algunas técnicas.

La citometría de flujo se utiliza para identificar y evaluar casos clínicos de diversos trastornos sanguíneos. Los investigadores también han adaptado otros tipos de análisis celular, como la citogenética y la genética molecular, para monitorizar los estados de la enfermedad.

La Dra. Anna Porwit, doctorada en la Universidad de Toronto, ha estado inmunofenotipando trastornos linfoproliferativos con más de una población de células malignas. Para investigar estas enfermedades, el Prof. Porwit y sus colegas utilizan la citometría de flujo, que es un método de inmunofenotipado común en el diagnóstico hematopatológico, para identificar poblaciones de células aberrantes en la sangre y la médula ósea.

Como directora médica del laboratorio de citometría de flujo de la universidad, la profesora Porwit estableció un método de citometría de flujo de 10 colores utilizando el Instrumento Navios™ de Beckman Coulter. Navios, que contiene tres láseres, permite a la profesora Porwit y a sus colegas analizar de 10 a 14 anticuerpos diferentes simultáneamente en la misma célula. Al utilizar anticuerpos monoclonales con diferentes fluorocromos conectados, se pueden analizar de 10 a 14 antígenos diferentes en un único tubo.

Para estudiar las malignidades linfáticas, la profesora Porwit utilizó dos tubos de 10 colores de marcadores de superficie para linfocitos B y T, respectivamente. Luego evaluó las relaciones kappa/lambda por separado en varios subconjuntos de linfocitos B. La profesora Porwit observó que en algunos casos de linfoma, hubo dos poblaciones patológicas diferentes de linfocitos B, o una de linfocitos T y una de linfocitos T en una muestra, lo que era bastante inusual dado que normalmente solo hay una única población de células aberrante.

De hecho, la profesora Porwit y sus colegas identificaron una cohorte de casos en los que hubo claramente dos poblaciones malignas diferentes. De las 2600 muestras de sangre, médula ósea, aspiración con aguja fina y suspensiones de células tumorales, los investigadores identificaron 43 muestras que mostraban dos poblaciones linfoides anómalas, de las cuales 40 presentaban dos poblaciones de linfocitos B aberrantes y las tres restantes con una población aberrante de linfocitos B y otra de linfocitos T.

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